junio 2019

[vc_row css_animation="" row_type="row" use_row_as_full_screen_section="no" type="full_width" angled_section="no" text_align="left" background_image_as_pattern="without_pattern"][vc_column][vc_empty_space][qode_banner image="2264" link="https://mailchi.mp/fe747b187ece/exposicion-altares-y-escenarios-en-di-art-gallery-456315"][/qode_banner][vc_empty_space height="100px"][vc_column_text] Manuel M. Romero en Di Gallery Manuel M. Romero. La pintura que acontece John Berger señaló en un bellísimo texto[i] que la imagen pictórica siempre niega el tiempo en sí misma. Una afirmación que se sustentaba en la división establecida en 1766 por Lessing[ii] entre las artes del espacio y las artes del tiempo, y que será a su vez retomada por figuras esenciales del discurso de la modernidad, de Clement Greenberg[iii] a Michael Fried[iv]. El tiempo era, en definitiva, propio de la música o de la literatura; la experiencia estética de la pintura, en cambio, se desarrollaba en el espacio y ajena a cualquier devenir temporal. Los actuales procesos de globalización y de virtualización han impuesto una cronología universal que prefigura una «forma inédita de tiranía»[v]y que nos sumerge en el «hiperconsumo que se obsesiona por novedades cada vez más efímeras»[vi]. Manuel...

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