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Little

15.09 – 05.11.22

Es común (a la par que lógico) que cuando un artista utiliza un pseudónimo, el espectador se pregunte por la distancia que separa al artista de la persona. Una dualidad que a veces resulta un tanto extravagante o excéntrica, pero que sin embargo no deja de responder a esa necesidad que tenemos todos de adaptarnos a diferentes entornos en una sociedad que cada vez se vuelve más compleja.

 

A día de hoy y considerándome amigo de Pablo J. Rodríguez (Córdoba, 1989) desde hace ya un tiempo, no sabría definir qué distancia lo separa de Little. No sabría decir con exactitud si se trata de un alter-ego o de un simple pseudónimo. Es complicado, porque Pablo no es sólo Little en su estudio, también lo es cuando va con su patinete eléctrico de un punto a otro de la ciudad; o cuando charla con otros artistas en una inauguración; o cuando se toma una cerveza con unos amigos; o cuando liga una noche con un desconocido; o cuando, entre lágrimas, cuenta algún problema a sus padres.

 

Ya dije una vez de Little que es como la mirada de un niño, que se embelesa de presente y se despreocupa de futuro. Puede que Little no sea más (ni menos) que esto, una excusa para legitimar esa mirada, una mirada que socialmente no debería corresponder a la de un treintañero. Una mirada que se convierte en refugio, que rehúye las actitudes y aptitudes adultas que aburren a Pablo, un espacio en el que poder seguir siendo niño. Asimismo, por su naturaleza, es un refugio desbordado por la sensibilidad, por lo que se vuelve permeable y cualquier coyuntura es vivida con desmesura (tanto lo positivo como lo negativo).

 

Esa actitud casi naif de Little se fue canalizando poco a poco y sin la intención de ser algo público (cuando aún no se consideraba artista), desde la intimidad, a través del dibujo. Una técnica que le ha permitido la fluidez y espontaneidad propias de la infancia, tanto en un plano formal como narrativo. Y es que en los dibujos de Little queda latente esa tensión entre el hombre y el niño; entre Pablo y Little; entre la realidad adulta del primero y el modo en el que la representa el segundo. En el dibujo de Little (o de Pablo, ya no sé a quién me estoy refiriendo) la sencillez de un simple trazo delimita y encierra figuras que conforman una narrativa más compleja.

 

Más tarde Little llegaría a la cerámica, una técnica que también le permite una maleabilidad fluida que se adapta a su trabajo anterior y que a día de hoy conforma parte esencial de su obra. No obstante, Little no se considera ceramista, pues lo que busca en la cerámica es seguir dibujando, pero en este caso a través del volumen, dibujar en 3D. Actualmente Pablo busca su propio camino pictórico, encontrar un lenguaje personal en la pintura.

 

En definitiva, podríamos decir que en su obra Pablo y Little juegan, uno a ser un adulto pequeño y el otro a ser un niño grande (como él suele describirse). Uno busca expresar los problemas de un treintañero y el otro sólo quiere divertirse. Y así, a través de este juego, surgen unos dibujos trazados desde la intuición de un adulto y la técnica y gestualidad de un niño, carente de prejuicios y rebosante de libertad.

 

Guillermo Amaya Brenes

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