Socavar el “poder referencial” de la imagen también es lo que pretenden las impresiones de Martínez Bellido, ampliando exponencialmente detalles minúsculos de una placa seca y de una diapositiva. Ir al corazón de la imagen pero sin buscar un secreto en ella escondido, un hecho insólito, una ocurrencia diríamos, para dejar hablar la propia materialidad de lo mostrado, la infinidad de un campo semántico que, en este caso, ya no se ve acotado por una imperiosa narrativa. La referencia a la película Blow Up (“lo que busco [en este caso] no es penetrar en la escena y conocerla”) resulta más que adecuada por lo paradigmático de la película y por el hecho de que Antonioni fue, de alguna manera, el primer cineasta en poner el vacío, la nada, la ausencia, lo invisible en el centro del cine moderno (con la desaparición de Anna en L’Avventura).
Y, al mismo tiempo, las formas abstractas y el cambio de escala abren el campo a una intuición de la imaginación y lo desconocido. Pienso en lo que dice Agustín Fernández Mallo en su última novela, El libro de todos los amores, acerca de la apofenia (aunque en realidad se quiere referir a la pareidolia):
Es un tema clásico intentar reconocer en los vacíos figuras ya vistas con anterioridad. (…) Llegará un día en el que de nuestras urbes solo conservaremos imágenes de sus cielos. (…) Quizás el amor es precisamente eso, la apofenia definitiva, ruido interpretado, mancha que aparece desde la nada y a la que con auténtica certeza damos una forma entendible y a punto de desvanecerse en otra que no solo todavía desconocemos sino que nunca llegaremos a conocer (Amor apofenia).
Algo de eso también encontramos en la indeterminación visual y los universos oníricos e inciertos que nos propone Cris Bartual. De nuevo, entramos en una inédita articulación entre el reverso de las imágenes y nuestras condiciones de observación. De nuevo aparece Merleau-Ponty al descubrir las impresiones sobre papel y el vinilo que las cubre: “Cuando veo a través del espesor del agua el embaldosado en el fondo de la piscina, no lo veo a pesar del agua, a pesar de los reflejos; lo veo justamente a través de los reflejos, por ellos’. No existe un fondo inocente, como no es posible mirar directamente al sol -ese símbolo del referente absoluto-, sino imaginar formas que aparecen ‘cuando cierro los ojos y miro hacia el sol’, como reza el título de la serie de Bartual.
Dice Giorgio Agamben -y estoy de acuerdo- que es necesario un trabajo de ‘desobramiento’, de deconstrucción, de nuestro pensamiento – a la manera, dice él, en el que lo hace la poesía con el lenguaje escrito.
La reflexión ontológica sobre las imágenes -que cuestionan más que imponen, que desestabilizan más que apaciguan- que presenta Esos lugares otros transita por esos caminos inciertos pero necesarios, eso que Brea llamaba los ‘horizontes inseguros’.
Aurélien Le Genissel. Marzo de 2022