La Fuente del Conejo
Julia Santa-Olalla
06/03 – 03/04
Comisariado por Juan Cruz.
Textura, montaje y narración son los cimientos esenciales sobre los que Julia Santa-Olalla construye su poética. La textura de su pintura, gracias a la pincelada que deja la huella o el indicio del acto de pintar sobre la materia, introduce la tensión entre la naturaleza pictórica de la imagen y su inequívoco origen fotográfico. La materia, por su untuosidad, nos atrapa, nos retiene ante un instante registrado mecánicamente que es redimensionado justamente por su tratamiento desde la pintura. El montaje opera en el conjunto de obras de Santa-Olalla en pos de amplificar las resonancias narrativas de cada una de las piezas. El tiempo detenido, la acción suspendida y el enigma contenido en cada obra, como si de fotogramas se tratara, son acentuados por una disposición secuencial que reclama de nosotros el cuestionamiento y desve- lamiento de una lógica, del sentido de una posible narración o del hilo transparente que las hilvana.
En las últimas décadas hemos asumido como habitual la noción de pintura expandida, que engloba los nuevos procedimientos y estrategias surgidas en esta disciplina. Muchas de ellas buscan no sólo exceder los propios límites físicos de la pintura y de los espacios para su exhibición, sino desbordar los marcos conceptuales y categó- ricos atribuidos a la misma. La actitud de Julia Santa-Olalla podría inscribirse como parte de ese comportamiento. Sería posible gracias a distintos resortes de su poética, pero parece elemental para esa distinción el carácter instalativo y fenomenológico de un proyecto como el suyo. El título de la exposición, Entre el hueco y la pared, transmite una fortísima sensación espacial. Las palabras se cargan en ocasiones de esa capacidad fenomenológica, de esa evocación de ocupar y sentir un espacio. El montaje expositivo, en el que se agrupan todas las obras en un friso, separadas to- das ellas de la pared y generando una suerte de chaflán en el desarrollo lineal de los cuadros, condiciona de manera determinante no sólo la puesta en escena, también la semántica e interpretación de cada una de esas imágenes, del conjunto y de la propia pintura como ejercicio y disciplina. Al usar el término puesta en escena abrimos la puerta a la idea de la representación, pero no sólo visual, también temporal. Santa-Olalla excede la condición de sus obras pictóricas como meras imágenes y les otorga otra como objetos. Al hallarse separadas del muro y al describir un chaflán, sus obras hacen por negar su única condición visual, cual ventana abierta en la pared, con la que secularmente se había relacionado la pintura. La pintura reclama una consustancial condición objetual que la artista consigue llevar aún más lejos. En rigor, las nueve piezas que conforman este proyecto aceptan una dimensión de instalación. En esa continua erosión y efecto dominó que parece desarrollar la artista, el carácter instalativo acaba desembocando en los terrenos de la instalación ambiental, del environment.