AZUL GAVIOTA

Miguel Gómez Losada

11.10.23 - 09.12.23

Conocí a Miguel Gómez Losada en Málaga en el año 2014 a propósito de una exposición de Rosa Loy. Conversamos en la cena y en el desayuno, y antes de coger el vuelo de regreso tuve tiempo de ver uno de sus cuadros, Una historia rusa (15), que me alegra encontrar en su catálogo Tú y yo, Sehnsucht. Es una gran montaña gris, un paisaje de niebla. Me llamó la atención que un pintor andaluz, con la luz propia del sur de España, pintara la penumbra del norte. Enseguida vi en él una actitud que practico en mis cuadros: La pintura tiene que ver con lo que falta, con el descubrimiento; trata de conquistar un pedazo de tierra. El pintor es un aventurero y trabaja lleno de promesas.

 

Volviendo a su catálogo, Tú y yo, Sehnsucht, advierto una palabra propia del Romanticismo alemán que a veces se traduce como nostalgia, pero que va más allá. En sus páginas hay fragmentos de su Diario de pintura que comprendo bien: Sehnsucht tiene que ver con la promesa que he nombrado antes. Es un anhelo intangible que une el recuerdo y la esperanza en lo remoto. Comprendí enseguida que todo lo que pinta Miguel está lejos, tanto en la geografía como en el tiempo. Me declaro romántico confeso, por lo que mi simpatía por su trabajo está servida.

 

Pero la pintura no es solo un asunto de promesas, no basta con lo que suelo llamar el anhelo de concepción. En una reciente entrevista me preguntaban por el inicio de un nuevo cuadro. La imagen misma nace cuando está ahí. Se desarrolla a partir de un impulso que sopla sobre mí o que me invade como una corazonada. Entonces me acerco al lienzo y le hago algo. Comienza un desarrollo que finalmente se convierte en una imagen. La imagen es el pináculo absoluto del esfuerzo artístico, su icono. Es un trabajo que hago con dolor y placer. Porque no solo me esfuerzo por pintar un buen cuadro, sino que debe ser mejor que el anterior y que los cuadros que pinté hace diez años. Y luego entramos en una dinámica que no siempre es saludable. De esta manera te conviertes en tu mejor pero más insano competidor.

 

Analizando las imágenes que me envía Miguel de Azul gaviota, su próxima individual en DiGallery, veo esa misma preocupación. Su forma de poner la pintura es afectuosa, podría ser un poema de amor por enviar, pero con la disciplina férrea que conlleva cualquier ejercicio de superación. Si observan bien apreciarán contención en la manera de cubrir el soporte, de preferir la parquedad, que interpreto como su forma de aproximarse a lo esencial, resultando un trabajo hondo de condición silenciosa y espiritual.

 

Traduciendo al alemán Azul gaviota soy capaz de sentir ese concepto de lejanía, también la infancia, y viendo estas nuevas pinturas donde aparecen personajes sin tiempo, jardines románticos o sus emblemas de antiguas culturas, comprendo su afán por hollar lo que le falta, invocando en su pintura lo venidero, el allí de todas las cosas.

 

Neo Rauch

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