La apropiación del espacio es un concepto clave para entender cómo las personas construyen vínculos significativos con su entorno. “La poca fortuna de la palabra ‘apropiación’, cuyo sentido más habitual aparece asociado a la adquisición indebida de algún bien, además del menor predominio de los enfoques alejados de la modalidad positivista de la ciencia, durante cierto tiempo entre la comunidad científica, son algunas de las posibles razones del poco desarrollo posterior del concepto, cuyo objeto de análisis ha sido más habitualmente acotado desde otros conceptos cercanos, especialmente desde el apego al lugar (place-attachment)” (Anuario de Psicología, vol. 36, no 3, diciembre 2005, pp. 281-297, Universitat de Barcelona, Facultat de Psicología ).
Este concepto lleva implícita la inclusión o exclusión social de grupos o individuos, y más allá de las relaciones funcionales, la apropiación implica una conexión afectiva, simbólica y transformadora del público y los espacios, que se convierten en lugares cargados de connotaciones personales y colectivas. Esta mirada nos permite integrar conceptos como el apego al lugar, la identidad de este y el espacio como algo simbólico, conceptos que se enriquecen al considerar la obra de arte como un catalizador de significado a su entorno, haciéndolo desde instancias de poder o desde la propia comunidad. Este simbolismo puede ser a priori (desde instancias de poder, monumentalizando el entorno) o a posteriori (desde la comunidad, resignificando el lugar).