La dicha del monstruo que ha venido a verme, no es más que la contemplación, el color, la diferencia de la forma habitual que nadie más ha visto. Un disfrute de conceptos que se mueven a su antojo sobre la tela, representando algo que no tiene representación y que solo el amigo de los monstruos sabe verlo.

Los monstruos de la Antigüedad pertenecían al linaje de los dioses, por lo que la diferencia entre un ser divino y otro monstruoso se basaba más en su actitud con los mortales que en sus características inherentes. Los monstruos más famosos son aquellos que se enfrentaron con los dioses y con los héroes y con las normas establecidas sobre una forma o estética común.

Rosa Aguilar, Amaya Suberviola y Pablo Merchante, dan vida a esos monstruos con sus creaciones nada comunes y únicas en su forma y concepto.

Monstruos en el concepto de lo único, de lo grande, de lo no establecido para una actividad que excede en mucho las cualidades y aptitudes comunes*

Pablo Merchante. Bollullos Par del Condado, Huelva. 1982

Una evidente energía bruta atraviesa casi todas sus pinturas. Un sentido que puede describirse como primitivo. Lo ritual, lo ancestral y el vigor de lo manual esta siempre muy presente en su forma de hacer.

Los recursos pictóricos que utiliza, se definen como puntos o comas en una poesía o como los símbolos ilegibles en una partitura musical. Y desde ese esqueleto procesual se forman los planos de color, las pequeñas síntesis, las intenciones, los zooms, los planteamientos figurativos y las investigaciones abstractas. La imagen final puede parecer anecdótica o casi improvisada, pero en realidad se basa en la intuición. En algunas obras esta imagen insinúa la aparición de una realidad vegetal tratado como una mezcla entre bodegón y retrato, en otras las cabezas/caras se posicionan como la búsqueda de un ideal lejano de la naturaleza humana.