LA NUBE DE PAPEL: LA RETÓRICA DE LOS MISÓLOGOS

DIONISIO GONZÁLEZ

18.09 - 15.11.2025

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Ha habido reductos de vanguardia y nihilidad que pretendían negar la escritura, por encontrarla perversa, imprecisa e impugnable. Breton, Aragon, Artaud, Apollinaire, Blanchot, Bataille, Gide. Los escritores contra la escritura, denominados “Los escritores del no” o los “Terroristas de la escritura” con la paradoja de que desarrollaron largos manuscritos y, en casos, trayectorias, escribiendo sobre el no escribir. Ideologizaron la figura de Rimbaud y su modelo de apostasía, escrupulosidad y deserción de la escritura como un espejo de renuncia al que nunca pudieron aproximarse en “rectitud”. Sus escritos sí, abjuraban de la escritura como modelización de la vida, pues consideraban que ésta se encontraba en otra parte, no refleja a la literatura, ni al lenguaje. Pero todos ellos adscritos a una ortodoxia del “lenguaje que negaba el lenguaje”, (el “cuadrado blanco sobre fondo blanco” suprematista que Malevich pintó en 1918, un año después de la revolución de octubre) resolvieron sus vidas escribiendo sobre la negatividad de escribir. Redactando la volubilidad de lo expreso y resignados a su incapacidad para reflejar lo inexpreso. Siguiendo las enseñanzas del Bartleby de Melville y su “preferiría no hacerlo” o de la vida heredada, suplantada por la ilusión de que las palabras son equivalentes a la realidad y la posterior ruptura estrictamente escritural que el autor austriaco Hugo von Hofmannsthal expresa a través de la ficcionada vida de Lord Chandos, afamado poeta del siglo XVI que se retira al campo.

 

En la naturaleza desde el ejido, desde el terruño propio de un pueblo, limítrofe a él y donde suelen reunirse los ganados o establecerse las eras, Lord Chandos establece una vida inopinada. En Londres esperan con ansiedad una rutilante e irrebatible obra poética concebida desde su retiro, su eremitorio campestre, pero sólo les despacha y remite distancia y silencio, ausencia de contenido y ascesis (en el S. XVI se distinguía entre ascética y mística, siendo la primera preparación por medio del esfuerzo propio para alcanzar la segunda que era un don divino.) En adelante, por cortesía y aprecio, decide contestar una carta recibida de Lord Bacon. Con brillantez, ecuanimidad y notoriedad literarias, enorme paradoja, redacta que todo principio literario está incapacitado para expresar la realidad. Subraya como cada resolución óntica, viviente, establecida entre la tierra y el cielo, contiene una singularidad alejada de cualquier transcripción lingüística. Chandos, aleccionado por la vida, recupera la proximidad de las cosas, su alma que es sinónimo de psique, “soplo vital” y autoconstrucción (el sí-mismo de las cosas) que habían sido mutiladas por los conceptos.

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Nuestra época ha visto crecer un género literario, que pese a ser incisivo, claudica en los márgenes de la justificación o la coartada. El consunto de estas tramas escritas nos dirige a la conclusión de que, pese a las apariencias de la escritura, aquellos que la accionan y conforman no son autores. Son, en cualquier caso, fascinadores, ilusionistas que abordando las frases sustituyen la reflexión. Mas que decretar, se radican en un pensamiento escrito, apenas resiliente, que se articula desde una creyente obcecación en la inoperancia. Cuya práctica se disuelve tras una nube de olvido o una nube del no saber. Se podría decir que estos “no autores” son, principalmente, operarios de la resignación.

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CLOUD SCAPE. LA NUBE ARQUITECTÓNICA.

 

A través de una larga tradición de arquitectura/membrana que recoge a través de grandes láminas y cortinas de cristal el exterior y lo introduce en el espacio doméstico, pérgolas bioclimáticas sin las interferencias, sin los inconvenientes del espacio semblante que asimila, la nube se ha ido des/envolviéndo arquitectural. La arquitectura de la nube es una construcción inconsútil, sin soldaduras nace por sublimación y se expande o se disuelve desde sí misma, a partir de una condensación de partículas y vapor de agua, procedente de la evaporización de las masas de agua terrestres. Luego emular la nube de forma constructiva requiere factores climáticos que se adhieran al ciclo del agua y que regulen la temperatura y la distribución de la energía solar. Las nubes pueden formarse principalmente por tres procesos distintos: ascenso orográfico, convección térmica o convección reportada por un frente. De tal forma que las arquitecturas de la nube se definirían como “arquitecturas convectivas”. La convección se genera originalmente a partir de materiales fluidos, de la evaporización, es decir, del paso paulatino y progresivo de un estado líquido a un estado gaseoso. La convección en sí es el transporte de calor por medio del movimiento del fluido. Una arquitectura convectiva es una arquitectura en “movimiento” que transporta “estados” que refuerzan el sabatismo, el sosiego doméstico desde un organismo-respiradero. Estructura de disipación, más traslumbrada, es decir, destellante que eclipsada, más difuminada que ocultada; es de algún modo imprescriptible, pues se organiza en función del entorno y se adapta a éste a pesar de sus permutas.

Hay escenarios contemporáneos donde la nube arquitectónica ha confluido ciertamente con la nube espectral meteorológica, con su evanescencia, con sus mutaciones, es decir, donde la arquitectura queda envuelta, disipada, difuminada por la con/ formación de la nube. La vaporización del objeto, es una aspiración fenomenológica, asociada al pensamiento filosófico; la evitación o el decrecimiento, que es un término ecológico, de cómo las materialidades más insignificantes pueden con/ movernos. Como lo infraleve, el objeto tautológico o por el contrario excepcional, elevan una conciencia de la cultura de la materialidad. Hay conceptos que aseveran la irrealidad; Nelson Goodman pone en escena la presencia de múltiples mundos reales conflictuales entre sí. Algunas de estas versiones, (todas válidas), del mundo se enfrentan: como el mundo científico, “objetivo y cognitivo” y el mundo artístico “subjetivo y emocional”. El filósofo estadounidense, padre de la merología (el estudio de las relaciones entre las partes) define este irrealismo como relativismo constructivo o construccionalismo. Él mismo lo articula de la siguiente forma:

 

El irrealismo no sostiene que todo sea irreal, o incluso que algo lo sea, pero considera que el mundo se disuelve en las versiones y que las versiones hacen mundos, proporciona una ontología evanescente y se ocupa de investigar qué convierte en correcta una versión y hace que un mundo esté bien construido.

 

Una arquitectura de la elusión en este sentido aparencial, es una arquitectura escrupulosa pero sin formalidad. La arquitectura cloud scape remite a un paisaje de nubes pero también a una arquitectura evadida, carece de muros que no sean estructurales y los permuta por tegumentos y secciones epiteliales, carece pues de emplazamientos que permuta por atmósferas, es una “arquitectura mucosa, no tanto viscosa como resbaladiza.

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